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Reseña de "El ocupante" de Sarah Waters

Publicado el 18 junio 2022 por Rt

A medida que vas leyendo esta novela parece que la escritora es gótica o victoriana, pero tras bichear por Internet resulta que se trata de una autora moderna que ha sabido captar de manera excelente la forma de hablar del periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial. 


Está narrada desde el punto del doctor Faraday, quien se ve obligado a acudir a la mansión Hundred Hall para atender a una criada que se encuentra mal del estómago. Allí descubre que lo único que tiene la pobre muchacha es miedo. 

Esto sirve de excusa para concer a la excéntrica familia que allí vive. La señora Ayres, matriarca de la familia y Caroline y Roderick, hijos de terratenientes que sin embargo, se ven obligados a hacer ellos mismos las tareas de la granja. La señora Ayres no se llegó a recuperar de la muerte de Susan, su primera hija, y tampoco de la cojera de Roderick, producida cuando su avión se estrelló en la guerra. 

En realidad, la familia forma parte de esa antigua nobleza inglesa de grandes mansiones que ahora se ve obligada a vender sus tierras a los constructores porque no pueden mantenerlo. Muchas de las habitaciones de la casa están cerradas, hay techos combados por la humedad, tabiques en mal estado y habitaciones condenadas en las que no entra nadie. 

Cuando los Ayres dan una recepción para recibir a sus nuevos vecinos, las cosas se tuercen. Con ella pretenden buscarle un pretendiente a Caroline, pero lo único que dejan patente es la decadencia de la mansión. Y además en ese momento despierta eso maligno que asustaba a Betty, la criada. 

 

A partir de esa horrible noche, las presencias camparán a sus anchas por la mansión, adoptando aquello que le da más miedo a sus habitantes. 

El ocupante (Editorial Anagrama) es una novela gótica, pero también algo más. Es una novela de corte social en la que expresa la reticencia de las familias de abolengo de abandonar su modo de vida, sus mansiones llenas de criados y sus cenas con cubertería de plata. El ocupante de la mansión viene a representar todo eso: su desprecio a la gente que trabaja con sus manos, a las profesiones liberales y a todo el futuro. 

Y sobre todo, refleja muy buen esa Europa que se moderniza tras dos guerras mundiales, en la que las mujeres acceden al mercado de trabajo y donde lo útil y lo práctico, como las casas para los obreros, se prefiere a lo decorativo y estéril. También refleja muy bien el preocupante problema del estrés postraumático de muchos jóvenes que volvieron de la guerra.

La única pega es que hay partes que se hacen un poco largas, como la del baile de médicos. Pero en general, deja buen sabor de boca y nos tiene en vilo pensando en la siguiente maldad de Hundreds Hall. 


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