Maribel Sanz

Antes de eso fue azafata, modelo y Miss Barcelona.

En 1990 se casó con el guitarrista Javier Catalá, con el que tuvo un hijo y del que se divorció en 1993. Estuvo casada también con Pere Puntas y le duró aún menos el marido.

Un año después se casó con Sergio Dalma y pasó a ser famosa adosada. Aprovechó el tirón mediático para vender exclusivas y hacer "tournés" por platós. Aparecía en Crónicas marcianas cada noche. Cuando Sardá vio que no aportaba mucho, la despidió y pasó al olvido.

Después de divorciarse de Sergio Dalma en 1998, dejó de interesar.

En 2003 y sin ofertas de trabajo, se buscó un plan de pensiones casó con el empresario Christian Jiménez, un constructor forrado que estuvo metido en un caso de corrupción urbanística del que se divorció en 2010, ya que tuvo un culebrón con un amante chatarrero con el que le puso los cuernos.

Se separó de Jiménez y volvió a los platós de televisión de los que se había alejado al trabajar con el restaurador. Y, como les pasa a la mayoría que se van por un tiempo, el espectador prácticamente ya no la recordaba. Volvió, contó su divorcio y se fue.

Hoy en día mantiene un perfil bajo y montó una tienda de ropa en Móstoles.

Solo ha aparecido de colaboradora y concursante de realtys cuando renació brevemente allá por 2014. Para 2015 volvió al olvido.

Entonces se acercó a la churra de Alessandro Lecquio, pero no duró mucho. Entre las relaciones efímeras que engrosaron su lista de conquistas se encontraba Jack Rahal, un empresario venezolano con el que acabó en el juzgado por robo en su propiedad, presuntos malos tratos e injurias.

No se la volvió a ver hasta que por razones económicas participó con su hijo Sergi en la segunda edición del programa "¡Mira quien salta!.

Participó en la Sálvame Snow Week, pero no consiguió hacerse con la silla de colaboradora de Sálvame, ya que a los productores les pareció que estaba pasada de moda.

Que no te acepten ni en un programa de mierda perteneciente a la cadena con más mierda por es para pensárselo.