Revista Insólito

Las nornas, las proclamadoras del destino

Publicado el 10 julio 2021 por Tdi @RLIBlog
Las nornas, las proclamadoras del destino


El conflicto entre los æsir y los jötnar compone gran parte de la mitología nórdica pero, entre bambalinas, otros personajes movían los hilos del destino. Se trata de las nornas, unas enigmáticas mujeres asociadas a la fortuna, la tragedia, la muerte, el honor, la integridad e incluso la justicia. Ellas dirigían discretamente las vidas humanas, desde sus decisiones, a sus juicios y muertes.

Las nornas (singular: norn; plural: nornir) eran dísir, es decir, espíritus femeninos como las valquirias (sing: valkyrja; pl: valkyrjur), pero mientras estas representaban el aspecto mítico o heroico, las nornas simbolizaban el aspecto fatal. Como es habitual en las dísir, suelen formar grupos, situándose en el pozo de Urd ( Urðarbrunnr), distantes e inacessibles, pero pronunciando los destinos sin importar los deseos del afectado, como ocurre en el Hávamál, donde Odín las escucha sin dirigirse a ellas. Bajo la creencia determinista, exponer el porvenir implicaba una declaración inevitable de lo que iba a suceder.

Aunque este destino inevitable pudiera ser doloroso, también puede percibirse como satisfactorio o necesario. De hecho, incluso cuando alguien admitía haber matado a otro, señalaba que era el deseo de las nornas. Estas acciones, justificadas como una cuestión de honor, podían ejecutarse sin importar la relación sentimental o de parentesco.

Las nornas, las proclamadoras del destino


Las nornas, como las dísir en general, eran presencias abstractas que no estaban asociadas a un lugar físico ni eran interpretadas como entidades individuales. En este sentido, como los hados, representaban una fuerza ineludible. No obstante, al igual que las Moiras y las Parcas, en el Völuspá y la Edda prosaica se presentan como tres mujeres llamadas Urðr, Verðandi y Skuld situadas bajo un árbol junto a un lago, aunque también se mencionan la presencia de otras nornas anónimas. En ambas fuentes, establecen las leyes y eligen la vida y destinos de los hombres. Para Snorri Sturluson, había una jerarquía de nornas organizadas según sus funciones. A su vez, diferenciaban entre las buenas, que dan forma a las buenas vidas, y las malas, que provocan la desgracia. En el Fáfnismál, algunas nornas no están relacionadas, otras pertenecen a los æsir, otras a los álfar y algunas son hijas de Dvalin. Esto implica tres escenarios diferentes: son mujeres que pertenecen a esos grupos, son nornas que actúan sobre ellos o son völur de esos grupos que actúan como nornas.

Se suele decir que sus nombres representan el pasado, el presente y el futuro. El nombre Urðr es el más antiguo y parece estar asociado con el destino (genitivo: urðar; plural: urðir); Verðandi es el nombre más reciente, siendo el participio pasado del verbo verða, "pasando, convirtiendo, ocurriendo ahora"; Skuld significa "deuda", intepretado por fuentes cristianos como "culpa", pero que podría entenderse mejor como Némesis, es decir, las amenazantes consecuencias que acaban alcanzando al afectado. Irónicamente para una norna, este nombre es usado por personajes con los que se interactúa, como una mujer, una bruja malvada y una valquiria. Snorri señalaba a la valquiria Skuld como la norna más joven, que además participa en la batalla, mostrando que entonces se solapaban los grupos de las nornas y las valquirias.

Las nornas, las proclamadoras del destino


Su agrupación en un trío pudo verse influenciada por los mitos grecorromanos ya conocidos en el siglo XIII, como demuestra Saxo Grammaticus en Gesta Danorum, donde habla de Parcae y nymphis. No solo pudieron verse afectadas por las hilanderas del destino, sino que también por Hécate. Además, su formación como trío pudo deberse a los altares votivos germánicos dedicadas a las matronae.

Las nornas, las proclamadoras del destino


De nuevo, como las Moiras y las Parcas, suelen representarse con la rueca hilando la hebra del destino. Esto se debe al uso del verbo spinna, que se interpretaba como "girar", pero entonces significaba "sacar", como la araña que saca su seda. Aunque en inglés spin significa "girar", esto no fue así hasta el siglo XVII. Este significado más antiguo se conserva en spindly, "larguirucho". En el Helgakviða Hundingsbana I, uno de los poemas más recientes de la Edda, trabajan con varios hilos dorados del destino ( ørlǫgþáttr), cada uno en una dirección cardinal. En vez de girarlo, lo trenzan ( bregða) para fortalecerlo. De esta manera, no solo se explica las tres direcciones en las que estaba el hilo, sino que también se corresponde con las tres raíces de Yggdrasil, que se unen para formar el tronco.

El fin de estos hilos no es marcar una vida o espacio temporal, sino delimitar una zona geográfica. A pesar de ello, aunque hay menciones de mujeres o seres como las valquirias realizando labores textiles, las nornas participan escasamente en esta tarea.

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La Edda prosaica, el Völuspá y el Komákr sitúan a las nornas en el pozo de Urð, junto al Yggdrasil, al que Snorri dice que cuidan. Esta relación con el árbol podría indicar que la vida depende de ellas. En el Hauksbók se menciona que las nornas se sitúan en un salón, por lo que Snorri sitúa el salón bajo el árbol. Este pozo podría estar relacionado con el pozo de Mimir (Mímisbrunnr) y Hvergelmir, cuyas descripciones se solapan.

Mimir es un enigmático personaje que, como vimos en la entrada de los jötnar, podía ser un jötunn y tener relaciones familiares con varios jötnar, pero que, según la Saga de los Ynglingos, pudo ser un æsir. Mimir está ligado la sabiduría, la memoria y el pozo al que acude Odín para obtener conocimiento bajo una de las raíces de Yggdrasil.

Hvergelmir es un manantial de Niflheimr situado bajo Yggdrasil y la fuente de todos los ríos del mundo. Su nombre implica una relación con los jötnar, como Aurgelmir (Ymir) y Þrúðgelmir.

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El destino, como los lugares subterráneos y el agua, se asocia generalmente con lo femenino. Esto podría relacionarse con la dyngja (pl. dyngjur), la casa donde las mujeres hacían sus labores, normalmente textiles, y los hombres tenían prohibida la entrada. Esta actividad textil probablemente se realizara con un telar en vez de una rueca, que permitía más movilidad y trabajar en el exterior. La dyngja sería adicionalmente un lugar de creación, como la propia tierra, que era personificada como Jǫrð, una mujer.

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La ásynja Frigg también se relaciona con el destino. Ella conoce el destino de todos, pero no habla sobre ello. Es posible que se deba a un poder intrínseco otorgado a las palabras, que una vez pronunciadas rijan el destino, sin que nada pueda hacerse al respecto. Tal es su secretismo que, cuando Odín quiere conocer el futuro, consulta una völva muerta en vez de a ella. A pesar de ello, cuando conoció que su hijo Baldr iba a morir, hizo todo lo posible para evitarlo. Esto podría estar relacionado con los cultos a las madres de la Edad del Hierro en Alemania, donde se relaciona el parto con la guerra y se cree que quien da la vida es la responsable de todo lo bueno o malo que experimente el individuo.

Frigg y su morada Fensalir ("salón de los pantanos") y la ásynja Sága y el lugar llamado Søkkvabekkr ("bancos hundidos"), donde bebe con Odín en el Grímnismál, parecen estar relacionados. De hecho, los nombres de las dos diosas tienen que ver con la visión. Las dos podrían agruparse con Iðunn, que mantenía las manzanas que otorgaban juventud a los dioses y que vivía en Brunnakr ("campo de pozos"). Las tres se asociaban a fuentes de agua subterráneas y estaban ligadas a la vida y la muerte. De hecho, Fensalir, Søkkvabekkr y Brunnakr se pueden interpretar perfectamente como el salón bajo la raíz de Yggrasil y junto al manantial donde se sitúan las nornas.

Las fylgjur (sing: fylgja) son seres femeninos ligados a un usuario desde que nacen ( fulga: secundinas, placenta) y que lo siguen ( fylgja: seguir) a su destino, actuando como una especie de doppelgänger. Aunque pueden tener aspecto animal, su forma de mujer actúa como espíritu guardián, conectado con un individuo o familia. En Hallfreðar saga se cuenta que, de camino a Islandia y brevemente antes de morir, Hallfreðr ve a su fylgja, una mujer alta vestida con cota de malla, caminando sobre las olas. Esta le pregunta si la llevará con él al morir, falleciendo al aceptar. A diferencia de otras dísir, no interviene, ni directa ni indirectamente, más que influyendo en la suerte. Un detalle reseñable es que en las fuentes no aparecen ligadas a mujeres.

Völur

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Las völur (sing: völva) eran videntes aisladas de la sociedad y portadoras de un cayado ( völr). Eran humanas encargadas de rituales de adivinación, con los que podían ver tanto el pasado como el futuro, y actuaban en solitario. Partiendo del Guðrúnarkviða y del Hyndluljóð, se intuye que estos rituales implicaban una bebida. Esto lo relaciona con las nornas, situadas junto a un manantial; con Mimir, que además ofrecía el conocimiento a quien bebiera de él, y con Gunnlǫð, quien ofreció a Odín la hidromiel de la poesía.

A diferencia de las nornas, eran accesibles tanto para los humanos como para los dioses. Del mismo modo, a diferencia de estas, podían mostrar reticencia a manifestar sus prediciones, que solo pronunciaban si eran solicitadas. En el Völuspá y en Baldrs draumar, el hecho de que las völur mencionadas estén enterradas en Helheim y sean resucitadas por Odín desvela su naturaleza ctónica.

    Bek-Pedersen, K. (2013). Norns in Old Norse Mythology. Dunedin Academic Press Ltd.

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