Revista Cultura y Ocio

La Barcelona putrefacta de Jean Genet

Publicado el 28 octubre 2012 por Srabsenta @srabsenta
La Barcelona putrefacta de Jean Genet
Hace tiempo que le daba vueltas al tema de dedicar una entrada al Raval, antiguo barrio chino e inicialmente bautizado como Distrito V. Fue Rubén Lardín quien me lo sugirió al comentar que debería investigar sobre la Barcelona de Jean Genet y George Bataille. Le hice caso y dediqué parte de mis vacaciones estivales a leer a Genet y su “Diario del ladrón” en plena playa nudista de Sitges, con las consiguientes miradas extrañadas de los turistas gays que acuden a esta playa.
Tras esta lectura y de “Historia y leyenda del barrio chino” (Paco Villar), cada vez que paso por la calle Arc del Teatre (en un principio llamada Trentaclaus) me imagino mugre, suciedad y degradación y a Jean Genet y sus compinches (el manco Stilitano y Pepe el Gitano) malviviendo entre hurtos, prostitución en “La Criolla” (calle Cid, 10) y juego ilegal en las esquinas del barrio. Sobre ello, Paco Villar cuenta en su libro que en el número 9 de la calle Guardia había una cervecería que, en el sótano, tenía un local clandestino donde el juego ilegal se practicaba a diario.
La Barcelona putrefacta de Jean Genet

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C/ Arc del Teatre desde la Rambla

La Barcelona putrefacta de Jean Genet

Este es el aspecto actual del edificio de la C/ Guardia 9


Jean Genet escribió “Diario del ladrón”en 1949 mientras estaba en la cárcel (cuando ya contaba con el apoyo de Cocteauy Sartre), años después de su paso por Barcelona. Él había llegado a la ciudad en la década de los 30 siendo un joven delincuente. Hijo de una prostituta de París, dejaba tras de sí una familia adoptiva y una adolescencia plagada de robos, estancias en reformatorios y en el ejército, de donde fue expulsado al ser descubierto practicando sexo con un compañero. En Barcelona se instaló en el chino. El lugar idóneo para personas como él. El Distrito V era un lugar de delincuencia y prostitución, con pensiones de mala muerte, baruchos, teatros, cabarets y prostíbulos de los que se hablaba en las publicaciones de la época “Crónica” y “Linterna”. Pero inicialmente esa zona no era exactamente así. 
La urbanización de la Rambla hizo posible la apertura de la ciudad en dirección al Raval. En 1790 se inauguraba la calle Conde del Asalto (actual Nou de la Rambla) y con ella se abrieron la mayoría de las calles de la zona. Allí se instalaron las primeras fábricas de indianas (como la de Erasme de Gómina, en 1780, en la Riera Alta) y los palacios de sus propietarios.Hasta los ricos Güell le encargaron a Gaudí la construcción de un palacio que conectase con la vivienda que ya tenían en la Rambla. 

La Barcelona putrefacta de Jean Genet

El Palau Güell en 1895 (C/ Nou de la Rambla)

Con el tiempo, el Raval se fue transformando en una zona plenamente industrial y se empezó a construir masificadamente viviendas de pésima calidad para alojar a los obreros. También entonces proliferaron las tabernas, cafés y prostíbulos. Todos ellos concentrados en la calle Trentaclaus (Arc del Teatre) y sus alrededores.

La Barcelona putrefacta de Jean Genet

C/ Arc del Teatre, fotografiada por Josep Domínguez

La calle d’en Cirés era una de las más conflictivas de la zona pero hoy en día ya no existe. Tenía su inicio al final de la calle Migdia (la actual Adva de les Drassanes) e iba desde la esquina de l’Arc del Teatre a Nou de la Rambla. Siempre llena a rebosar, por ella solían pasar delincuentes y prostitutas. Allí se organizaban mercadillos ilegales y la gente convivía entre restos de basura que nadie recogía a la vez que se utilizaba de urinario público. Buena muestra de ello es la película “La bandera”, de Julien Duvivier (1935) cuya primera escena transcurre en esta calle.
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Imagen de la C/ Cirés esquina con Arc del Teatre


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La C/ Migdia, en 1953, fotografiada por Josep Postius


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La Avda. Drassanes hoy en día

Años después, gracias al Plan Cerdà, el Eixample se convirtió en el lugar escogido por la burguesía barcelonesa para instalar sus negocios y su residencia, dejando en el Raval un sinfín de pequeños oficios sin posibilidad de expansión. Cuando esto ocurrió, algunas de las antiguas fábricas se reconvirtieron en cabarets donde prostituirse era lo normal (Genet lo hacía en “la Criolla”, vestido de mujer) y locales como la “Taberna La Mina” (en Arc del Teatre, 63), que en su día fue una fábrica de velas. 

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Fiesta de Carnaval en "La Criolla", allá por 1932 (A. Sagarra)


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La Taberna "la Mina" en 1931 (fotografía de Frederic Balell)

En la zona también se instalaron teatros (el Teatro del Circo Barcelonés, en la calle Montserrat, 20, y el Teatro Odeón en la calle Hospital, 45), un prostíbulo de lujo que sirvió de inspiración a Jean Genet para escribir “Querelle de Best” (Madame Petit en el número 6 de l’Arc del Teatre, posteriormente transformado en la cochambrosa Pensión los Arcos), cabarets (Villa Rosa en el Arc del Teatre, 3) y pensionuchas varias como en la que vivieron Genet y Stilitano. 

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Fachada del Teatro del Circo Barcelonés (fotografía A. Històric de la Ciutat)

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Donde antes estaba el Teatro del Circo Barcelonés ahora hay un párquing 


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Habitación de Madame Petit, sobre 1932 (A. Paco Villar)

La Barcelona putrefacta de Jean Genet

Lo que antes era Madame Petit, ahora es una casa Okupa

Llegados a este punto debo decir que ese barrio tan degradado también era una atracción para los ricos turistas que llegaban a la ciudad en lujosos transatlánticos. Un ejemplo de ello es el pasaje de “Diario de un ladrón” donde Genet relata cómo unos turistas se presentaron en el barrio, cámara en mano, fotografiando a los vagabundos como si de un juego se tratara. Luego se marcharon, felices y contentos, con sus fotos como trofeo.
Paralelamente, en la Barcelona moderna de los años 20, avanzada y cosmopolita, había un grupo de arquitectos (formado por Sert, Soteras y Rodriguez entre otros) que invitó a Le Corbussier a dar una conferencia. Aquí, Le Corbussier y Sert se hicieron amigos y el francés consiguió una cita con el President Macià para mostrarle su proyecto para una nueva Barcelona limpia y sin guetos de por medio. La idea gustó y se presentó al público en 1934 en el sótano de la Plaza Cataluña, en forma de diorama (conocido como el Diorama del GATEPAC). Pero con la llegada de la Guerra Civil el proyecto quedó aparcado y, parte del barrio, “casualmente” bombardeado. Justamente de eso trataba una exposición del MACBA, recientemente clausurada.
Debo decir, también, que el sobrenombre de Barrio Chino parece que fue cosa de Paco Madrid. Un periodista y dramaturgo de Barcelona que en un artículo publicado en “El Escándalo” se le ocurrió referirse al entonces Distrito V como “Barrio chino”. La explicación, según un artículo aparecido en “Blanco y Negro Madrid” el 4 de junio de 1931, es que los carteristas del barrio llamaban a su “oficio”, “chinar” porque lo ejercían cortando las americanas de sus víctimas con la ayuda de un “chino” (hoja de navaja de afeitar).
En su “Diario del ladrón” Genet describe el Barrio Chino diciendo que “El Paralelo es una avenida de Barcelona paralela a las célebres Ramblas. Entre estas dos arterias, muy anchas, una muchedumbre de calles estrechas, oscuras y sucias forman el Barrio Chino”. Una descripción que bien podría aparecer en cualquier guía turística de la época.
Para terminar, les diré que tengo en mis manos abundante información del barrio chino, Raval o Distrito V, como le prefieran llamar. Eso significa que seguiré hablando de él en el futuro y que trataré, con más detalle, de lugares que aquí tan sólo he citado y de otros que ni siquiera he enumerado.
 

La Barcelona putrefacta de Jean Genet

Pl. Jean Genet, en la confluencia de l'Arc del Teatre con la Av. Drassanes

 

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