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"El día de la lechuza", Leonardo Sciascia (1961)

Publicado el 14 marzo 2022 por Joaquinvarela

 Salvatore Colasberna es asesinado en la plaza del pueblo siciliano de  C. cuando se disponía a coger el autobús. Es Sicilia. Nadie ve nada.  Bellodi, capitán de los carabinieri, norteño de Parma, aplica sus dotes investigadoras y su conocimiento del ser humano para encontrar a los culpables, autores e inductores. Pero es Sicilia. Es la omertá y quienes manejan los hilos están mucho más lejos, en Roma. Así que acaba como acaba la cosa.

La primera novela en la que de verdad aparece el poder de la Mafia, una cuerda de la que luego colgarán muchas otras hasta el culmen con la Gomorra que costó el exilio de Saviano (qué recomendable este artículo 16 años después). Tiene forma de breve novela negra, pero la trama investigadora se resuelve rápido, es en realidad un certero manifiesto sobre los resortes y el poder de la corrupción.

El discurso de Don Mariano, el capo local, es absolutamente brillante. En el mundo cada uno tiene su lugar.

“Io ho una certa pratica del mondo; e quella che diciamo l’umanità, e ci riempiamo la bocca a dire umanità, bella parola piena di vento, la divido in cinque categorie: gli uomini, i mezz’uomini, gli ominicchi, i (con rispetto parlando) pigliainculo e i quaquaraquà… Pochissimi gli uomini; i mezz’uomini pochi, ché mi contenterei l’umanità si fermasse ai mezz’uomini… E invece no, scende ancor più giù, agli ominicchi: che sono come i bambini che si credono grandi, scimmie che fanno le stesse mosse dei grandi…E ancora più giù: i pigliainculo, che vanno diventando un esercito… E infine i quaquaraquà: che dovrebbero vivere come le anatre nelle pozzanghere, ché la loro vita non ha più senso e più espressione di quella delle anatre…(Yo —prosiguió don Mariano— tengo una cierta práctica del mundo; y lo que llamamos humanidad, y se nos llena la boca al decir humanidad, hermosa palabra llena de viento, la divido en cinco categorías: los hombres, los mediohombres, los hombrecillos, los, hablando con respeto, tomaporculo y los cuacuacuá… Hombres hay poquísimos; mediohombres, pocos, pues ya me daría yo por contento si la humanidad se agotara con los mediohombres… Pero no, sigue descendiendo hasta los hombrecillos, que son como los niños que se creen mayores, monos que hacen los mismos gestos que los mayores… Y, todavía más abajo, los tomaporculo, que se están convirtiendo en un ejército… Y por fin los cuacuacuá, que deberían vivir como los patos en las charcas, pues su vida no tiene mayor sentido ni mayor expresión que la de los patos…”)Imprescindible.

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