Revista En Femenino

Día internacional de acción por la salud de la mujer

Por Daniela @lasdiosas

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Desde hace 23 años, cada 28 de mayo se conmemora el Día Internacional de Acción por la Salud de la Mujer, el cual fue propuesto en el V Encuentro Internacional Mujer y Salud por la Red de Salud de las Mujeres Latinoamericanas y del Caribe para recordar que las mujeres seguimos viviendo serios problemas de salud que con seguridad tendrían rápidas soluciones si sólo hubiera un poco de interés en ellos. Seguimos muriendo, especialmente con el embarazo y el post parto, debido a la pobreza, a la discriminación y a la ausencia de oportunidades de atención. En el Perú, la mortalidad materna alcanza según cifras oficiales 185 por cada cien mil nacidos vivos y según las Naciones Unidas (UNFPA) el número real de decesos sería de 240 por cada cien mil nacidos vivos. Un día para seguir expresando y reclamando el derecho que tenemos todas las mujeres de todas las edades a gozar de una salud sexual, reproductiva, física y mental plena en todas las fases de nuestra vida, alguna de ellas bastante olvidadas por cierto, porque en nuestras sociedades, cuando dejamos de ser reproductivas, ya nuestra salud no tiene la misma atención, ni siquiera de parte de nosotras mismas.
Una serie de acciones se preparan para este día en nuestros países, muchas de las cuales están relacionadas con los derechos sexuales y reproductivos. En Lima, la exigencia central de los grupos de mujeres es por el protocolo del aborto terapéutico. Le recuerdan al ministro que eso es un compromiso y que es necesario para evitar más muertes y sufrimiento de las mujeres.
Sin negar la importancia de estas exigencias y la violación de derechos que la no implementación entraña, creo que también hay otras situaciones que vivimos las mujeres que no tienen atención y que van mermando nuestra calidad de vida o reduciendo nuestras posibilidades de atendernos oportunamente. Por ejemplo, después de los 35 años es obligación hacernos una mamografía anual, es la mejor forma de prevenir un cáncer al seno, pero muchas mujeres nos negamos o retrasamos la realización del examen por lo doloroso, incómodo y maltratante que puede ser. Quizá muchas y muchos dirían que somos unas quejumbrosas, pero a más de señalar que realmente duele, el que la experiencia no sea traumática cada vez dependerá de cómo una es atendida, tratada por quien toma la placa. ¿Cuánto se invierte en investigaciones dirigidas a encontrar nuevas formas de prevención menos dolorosas? Esto sirva para recordarme y recordarles a las mujeres que me están leyendo ir a hacerse la mamografía.
En esta misma línea de la escasa investigación, cabe preguntarse cuánto se invierte en conocer cómo los diferentes roles, las diferentes situaciones económicas, sociales, culturales que vivimos las mujeres inciden en nuestra salud. Es conocido que en general las mujeres desde pequeñas vivimos condiciones que repercutirían en nuestro futuro, por ejemplo, la desnutrición, la violencia en todas sus expresiones y la carga de trabajo doméstico, que sigue aumentando pese a que las mujeres tengamos también roles productivos o públicos. Las mujeres nos exigimos cada vez con mayor énfasis ser super mujeres y cumplir con todos los mandatos de género, descuidando en buena medida nuestro bienestar, postergando nuestros dolores, comprándonos aspirinas o automedicándonos, incluso a veces para evitar el gasto familiar, clara demostración de la poca autoestima que cargamos por los siglos de los siglos amen.
En muchos casos, empieza a considerarse normal que las mujeres tengamos baja hemoglobina o que suframos de dolores menstruales o de cabeza en determinadas situaciones. Para Carme Valls Llobet, la discriminación de género se evidencia cuando no se invierte ni tiempo ni presupuesto en analizar las causas de las enfermedades de las mujeres y se consideran normales determinados malestares porque se presentan en muchas mujeres. “Que un problema afecte a muchas mujeres no significa que sea normal, sino frecuente. También la violencia de género es frecuente y la combatimos.” (1)
Un punto que no hay que soslayar cuando hablamos de salud de las mujeres es lo que señala Silvia Gil en relación al poco interés por indagar en la base biológica de nuestros males y que tiene que ver con nuestros propios análisis y puntos de vista en cuanto al género:
“Existen casos en los que el cansancio crónico y la secreción de determinadas hormonas en niveles inapropiados que no están siendo correctamente tratados impiden que una mujer pueda vivir libremente su sexualidad, tener libido y decidir si quiere o no desafiar los tabúes sexuales que impone la cultura. Y eso el feminismo no lo ha tematizado, en un caso por miedo a esencializar las diferencias y, en otro, por hacer abstracción de la diferencia.” (2)
Hemos impuesto sin quererlo un marco de interpretación de los malestares de las mujeres en el cual el género, las posiciones y condiciones serían lo único que afecta nuestras posibilidades de vivir una vida saludable, y no nuestras diferentes condiciones biológicas, dando paso entonces a esa cierta mirada que existe socialmente sobre nuestros malestares, sobre todo cuando pasamos ya la edad reproductiva.
Muchas veces esa cierta mirada está llena de ironía por quienes están en los servicios de salud y por quienes están cerca nuestro – hombres y mujeres debo decir – o como parte de las reacciones que tenemos por nuestro “natural destino biológico”. Así si una está de mal humor o en silencio, con ganas de aislarse por algún dolor o malestar incomprensible, no se nos pregunta qué te duele necesariamente, pero sí se asume, si pasas los 45, que tus reacciones se deben al que estás en la “edad crítica”. En general, los médicos son más proclives a considerar que hay un factor sicosomático si somos mujeres quienes requerimos atención, sin profundizar en el diagnóstico y olvidando que hay enfermedades endocrinas que pueden causar un cuadro ansioso depresivo por ejemplo.
La diferencia en la forma de atención que se le da a un hombre o a una mujer por una misma patología, y que da cuenta de la subvalorizacion que persiste en la atención de salud hacia las mujeres, la grafica muy bien Carme Valls-Llobet en relación a la atención a las cardiopatías:
“El proceso de asistencia también está sesgado. Se ha probado que existen prácticas diferentes en los protocolos y tratamientos para enfermedades cardiovasculares que, siendo comunes en los dos sexos, son percibidas como más prevalentes entre hombres. Basándose en iguales problemas de coronarias, a las mujeres se las envía a casa y los hombres reciben un by-pass coronario, un hecho que condujo a Bernardine Healy en 1991 a definir el “síndrome de Yentl”, ironizando sobre las necesidades de las mujeres de adoptar una configuración externa masculina para poder ser atendidas con igual eficacia que los hombres.” (3)
Es importante entonces subrayar que haciendo investigaciones sobre los hombres, que tienen determinadas características biológicas, no es hacer investigaciones sobre las mujeres, que tenemos diferencias, que el ambiente, los contextos que vivimos, los roles que tenemos, las diferencias biológicas nos hacen distintos y que deben realizarse investigaciones que tomen en cuenta esas diferencias. Es imprescindible que se trabaje más sobre cómo determinados factores cotidianos y comunes afectan la salud de las mujeres. Por ejemplo, los xenoestrógenos que están en plaguicidas, en aromatizantes, comidas enlatadas, lápices de labio, maquillaje, píldoras anticonceptivas y que se almacenan en el cuerpo pueden ocasionarnos alteraciones hormonales serias que complican nuestros naturales procesos. ¿Qué es lo que produce la fibromialgia, el dolor menstrual, la fatiga, el sangrado, las afectaciones coronarias, el cáncer de mamá que es el que más mata mujeres en el Perú y en otras partes? ¿Cómo se puede prevenir? ¿Cómo incentivar que las mujeres cuidemos más de nuestro cuerpo, que nos hagamos exámenes integrales y que sean sin costo o a bajo costo, exámenes preventivos no para diagnóstico únicamente, que a veces sólo nos sirven para decirnos que ya hemos llegado al final de la ruta, como sucede cada vez más frecuentemente en las mujeres de mi edad? En el Día Internacional de la Acción por la Salud de la Mujer, levantemos las voces por el derecho que tenemos todas las mujeres de todas las edades a decidir sobre nuestros cuerpos, a ser informadas, a tener una salud plena en todo sentido, en todo momento de nuestras vidas. Todas las mujeres, todas.

Por Rosa Montalvo Reinoso[email protected] 

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Notas:
(1) Carme Valls-Llobet (2009): Mujeres, salud y poder, Cátedra, Madrid.
(2) Salvador López Arnal (2010): “Entrevista a Silvia L. Gil”, Boletín Ecos N° 10, CIP-Ecosocial, Madrid.
(3) Carme Valls-Llobet (2001): “Desigualdades de género en salud pública”, Quadern CAPS, Barcelona.


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