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Crítica exprés: El dúo de la africana (Proyecto Zarza)

Publicado el 02 marzo 2018 por Universo De A @UniversodeA

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Excelentísima la atención al público en el Teatro de la Zarzuela, aunque ello no es novedad.

Debo admitir, que aunque me parecen muy bien las iniciativas para introducir gente joven en determinados géneros (la Joven compañía nacional de teatro clásico ha sido bastante exitosa en el desarrollo de tal proyecto), en el fondo, que exista esa necesidad, me hace ser consciente de que tal cosa no hace sino reflejar una incapacidad para reunir un buen, coherente y verosímil reparto… ¿cuántas veces vemos a personas interpretando, en el teatro, papeles para los que no se adecuan por las más variadas razones?, ¿cuántas veces vemos (tanto en la zarzuela como en el teatro clásico -y en otros muchos otros lugares- cuarentones, cincuentones… etc, interpretando papeles de veinteañeros?… muy desgraciadamente, la mayor parte de la gente perdona esta falta absoluta de naturalismo en la escena, no le importa ver el espectáculo a medias, tragar con ruedas de molino y asumir que, mientras la voz (en la zarzuela) o la interpretación (en el teatro hablado) sea aceptable, el resto tanto da. Sin duda, si nos ponemos a analizar esta cuestión con profundidad, llegaremos a la conclusión de que se pueden ver cosas realmente ridículas y absurdas, como dos actores de la misma edad, o similar, interpretando a un padre y a un hijo… y cosas mucho peores. Pero por alguna razón que nunca entenderé, la mayor parte de la gente traga sin más con eso, tal vez por mera costumbre, o, simplemente, puro hastío.

En la creación de una compañía joven también se comete ese error, puesto que, como la norma principal es que todos tienen que tener una edad, obviamente, veinteañeros harán papeles de personas mucho más mayores.

Y yo pregunto, ¿de verdad es tan difícil contratar a las personas idóneas para cada papel?, ¿en serio es tan extremadamente complicado?, ¿es imprescindible forzar al espectador a esa innecesaria y absoluta falta de realismo?… hablando claro, cada producción debería elegir al intérprete según el personaje, sin tener en cuenta otros aspectos, porque si se busca, se encuentra. Y siendo así, no habría necesidad ni de compañías jóvenes ni de ninguna de otra extraña variante de cualquier tipo.

Pero, dejando de lado este tema, reconozco que desconfiaba del Proyecto zarza (nombre muy original, debo decir) desde sus inicios, también por lo que he comentado anteriormente, pero, sobre todo, porque este tipo de iniciativas tienen el mal vicio de estar convencidas de que, para vender determinados géneros, es necesario prostituirlos a lo actual, a lo que se lleva ahora (sobre todo eso, ya hablaré con más detalle en la crítica de abajo); por todo ello, no acudí a su primer montaje de “La revoltosa”, cierto es que la tengo muy vista, pero eso no hubiese importado si hubiese creído que el montaje merecía la pena. Así que lo dejé pasar, la suspicacia y el miedo a qué barbaridades podrían hacer con tan gran obra maestra me asustaba extremadamente… y yo no voy al teatro a sufrir, lo siento pero no.

Pero caí, finalmente caí; “El dúo de la africana” era una tentación demasiado fuerte como para no sucumbir, y así lo hice. Decir, como avance de la crítica, que mis iniciales sospechas y temores eran totalmente fundados, que mis peores augurios fueron superados con creces por la realidad que contemplé, y que lo que vi fue, incluso, muchísimo peor de lo que esperaba.

-El dúo de la africana: ¿por qué los responsables de esta producción odian la zarzuela?, ¿por qué la han prostituido como a una furcia barata de un polígono industrial?, ¿por qué la han humillado y rebajado a este nivel?, y lo que es incluso más llamativo e incluso más importante, ¿cómo se explica que la institución pública por excelencia, dedicada íntegramente a la difusión del género (a la que todos pagamos por ello) haya permitido esta ignominia de producción?… y ya dejando de lado estos temas, ¿cómo se puede tener la osadía de presentar el público algo tan vergonzoso y repulsivo como es este montaje?.

Para aquellos seguidores de las distintas temporadas teatrales de este teatro, es suficiente con decir que este nuevo montaje de “El dúo de la africana” es perfectamente comparable y equiparable a algunas de las más nefastas producciones de esta casa como “¡Cómo está Madriz!” (sí, aquel montaje que acabó con interrupciones de la función, pitidos y hasta peleas), aquel “El barberillo de Lavapiés” republicano o “Enseñanza libre & La gatita blanca”… con eso quiero dejar claro el nivel de catástrofe al que nos enfrentamos, que no es poco… de hecho, supera el nivel de alerta roja, ¡alerta máxima total!.

Pero antes de nada, voy a comentar un poco sobre la obra original, que posee cierto encanto y belleza, además de ser una de las obras más conocidas y referenciadas del género; ciertamente, el libreto no es nada del otro mundo, pero funciona; y lo mismo se puede decir de la música… dicho de otra manera, es una zarzuela que sólo puede destacar en buenas manos. Muy desgraciadamente, no se dio el caso.

Y ahora vamos a hablar de esta producción en concreto; empezaré por lo más breve de contar: lo casi nada que estuvo bien, pues lo único que se podría halagar, ligeramente, de esta producción, es al director musical y a la joven orquesta que, a pesar de ignorar todo código de vestimenta (que sean jóvenes no significa que sean paletos o ignorantes… y si es así, no sé que pintan en un templo de la cultura), consiguen, pese a su reducido número y el hecho de estar esquinados a un lado del escenario, sacar mucha rentabilidad a la partitura y conseguir una sorprendente sonoridad. ¿Milagro, sonó la flauta (literal y figuradamente)?, francamente, casi que prefiero no preguntármelo.

Y ahora vamos a hablar del resto, que es absolutamente atroz. Todo está tan mal que no sé ni por dónde empezar.

Comenzaré hablando del libreto en versión libre de Susana Gómez que, con toda probabilidad, es lo que mejor define esta producción: es una cosa infame, repugnante, falta de todo talento, que coge un material bastante notable y hace un corta y pega malísimo de modo que consigue destruir totalmente la obra y el mérito del pobre Miguel Echegaray (el libretista original), que no sé yo bien que le habrá hecho a Gómez para que esta actúe con tan desmedida e implacable crueldad sobre su obra. No es ya que no respete nada, y que sólo siga una línea parecida que parece más un plagio que otra cosa, sino que encima consigue destruir todo lo bueno que hay en el original; sin mencionar cuando se le ocurre poner, en plan pegote, diálogos del libreto de Echegaray después de haber escuchado otro de su propia mano con lenguaje absolutamente contemporáneo y coloquial (de pésima escritura, por supuesto)… es que es una chapuza total, ¡pero algo espantoso!, duele verlo y oírlo, es como para echarse a llorar, no sé si de rabia o de vergüenza ajena. Pero si eso fuera lo peor, ¡ay, si eso fuera lo peor!, no, en absoluto, el culmen de lo terrible es cuando mete situaciones actuales, continuamente, por medio, que no pegan ni con cola, y que enervan a cualquiera: un rap malísimamente interpretado y peor encajado, la imitación de un reality (con la inclusión de la canción de uno de los peores musicales españoles de los últimos tiempos)… entre otras y muy nefastas cosas que producen auténticas ganas de vomitar en el suelo de madera.

En cualquier caso, aunque no se juzgase este libreto como adaptación, si se hiciese como obra individual, seguiría resultando muy malo: con unos personajes muy mal dibujados, unos diálogos carentes de todo estilo, y, en general, todo el texto y la historia que se pretende contar resultan terroríficamente incoherentes, mal estructurados y peor narrados.

Por supuesto, creyéndose la Gómez, en su ego desmesurado, con tan desbordante talento como para creer que puede mejorar una obra que ha sobrevivido a la posteridad (cosa que nada suyo hará nunca jamás), también parece estar convencida de que sabe dirigir… y por supuesto, no. Raras veces he visto una dirección de escena tan torpe, tan de diletante, plena de amateurismo, con unos fallos tan básicos que sólo los comete un alumno de primero de dirección. Eso ya sin mencionar su falta de originalidad, creatividad e imaginación. Todos los movimientos de escena son falsísimos y artificiales… aunque lo peor es cuando a la señora directora se le ocurre sacar a los intérpretes del escenario y ya sólo los ven los de la primera fila (aunque para lo que hay que ver… casi da igual). Y ya no mencionemos la dirección de actores, que fue, o inexistente o absolutamente incompetente… o ambas, que para nada son incompatibles.

Del resto del apartado técnico, a cada cosa peor: una coreografía infantiloide, básica, carente de ingenio y recursos, con claros y evidentes plagios de otras obras teatrales y cinematográficas; una escenografía pobre, insulsa y de mal gusto (en algunos momentos parece un puticlub); con una iluminación a juego que sólo consigue resaltar de lo malo lo peor; y para finalizar un vestuario hortera, vulgar, feo… que consigue parecer una especie de aspirante a mala imitación de uno de los más desechables anuncios de Benetton.

En definitiva, todo el apartado técnico se caracteriza, entre otras muchas cosas ya mencionadas, por su vulgaridad, falta de creatividad, originalidad y talento… de acuerdo, me equivoco… no sólo el reparto técnico, toda la producción, como podremos seguir comprobando a continuación.

Ahora pasemos al reparto artístico, ¡madre del amor hermoso, menudo espanto!, ¡¿pero de dónde han sacado a esta gente?!… lo peor de todo, es que, en el fondo, soy consciente de que la culpa no es suya, ¡sino de quién los eligió!, ¡¿pero quién fue el inútil incompetente?!, ¿en qué estado estaba cuando decidió contratar a esta gente?, ¿estaba esta persona borracha, fumaba crack… o ambas cosas a la vez?; pero, muy desgraciadamente, ni siquiera todos estos factores anteriores me convencerían de disculpar su falta de talento y de capacidad para la selección, porque no nos engañemos, existen muchos tipos de talento, y el de saber ver quién vale y quién puede aportar algo es uno de ellos… y claramente quién se ocupó del casting no lo tenía en absoluto… por mi parte, sólo puedo esperar y desear que nunca jamás vuelva a trabajar para este proyecto, en este teatro… y si me apuras, para ninguna otra cosa.

¿Por qué hago tan duras afirmaciones?, pues muy sencillo, porque todo el reparto artístico, al completo, son una calamidad. Yo mientras veía la función (tapándome la cara con las manos de pura vergüenza ajena) estaba convencido de que eran los típicos cantantillos recién salidos de la escuela que no tienen ni idea de interpretación y que ni se han molestado en indagar algo o aprender sobre el tema… cuál es mi sorpresa cuándo descubro que son pretendidos actores, ¡actores!, ¡actores que no saben actuar!, porque todo es sobreactuación, falta de naturalidad, inverosimilitud, y en general, no creerse los personajes; además los ves inseguros todo el rato sobre el escenario (sin mencionar que ni uno tiene el más mínimo carisma), es muy evidente que les faltan muchísimas tablas y que no tienen ni idea de lo que hacen todo el rato.

Por otro lado, normalmente, en cualquier obra de teatro musical, solemos conformarnos con que, si al menos no saben actuar, que tan siquiera sepan cantar… y muy desgraciadamente en este caso, también debemos llevarnos una decepción: todos, pero todos, o desafinan, o se les va la voz, o no les da, o fallan notas… etc, en algún momento de la función… eso en el mejor de los casos, a otros miembros del reparto (especialmente los del coro) ya, directamente, consiguen hacer que oírles cantar cause dolor.

Como cosa curiosa acerca del reparto artístico, añadir que aunque en el masculino los hay de todas las formas (siendo una crueldad que roza la barbarie el que se les hayan obligado a vestir cierto vestuario ceñido que no hace más que resaltar su poco agraciada forma física), en el femenino en cambio, apenas habrá una o dos rellenitas, el resto, son curiosamente estilizadas… ¿no es esto una forma de machismo?, ¿ellos sí y ellas no?.

No obstante, si quiero mencionar algunos nombres de tan infame elenco; como el antipático e insufrible Mitxel Santamarina en un papel de lo más repelente; o Felipe Forastiere, que no sólo no consigue hacer el italiano cómicamente desastroso que esta obra exigiría, sino que llega un momento en que no tienes ni idea de qué acento está haciendo: si italiano, argentino, español, polaco, tailandés… sólo Dios lo sabe (y no creo que ni él); sin mencionar que no se le entiende nada (y puedo hablar con conocimiento de causa, pues yo me he relacionado personal y profesionalmente con italianos de todas las regiones, pues incluso he vivido en Italia; de hecho muchas veces incluso, si presto oído, puedo entender a sus habitantes cuando hablan “in dialecto”)… pero bueno, menciono por mencionar, porque, como ya digo, todos los intérpretes están muy pero que muy mal, a cada cual peor.

Además, es que estoy convencido de que todos estos niñatos no tienen ni puta idea de zarzuela (como máximo de las más conocidas popularmente… y sólo porque las habrán escuchado, por accidente, en medio de un botellón, en la pradera, en plenas fiestas de san Isidro), así que claro, no tienen ni zorra idea de lo que hacen… aunque eso, muy desgraciadamente, y de manera evidente, se puede aplicar a todo aquel que haya participado y permitido que esta producción saliese adelante, porque, si no, no se explica que alguien pueda permitir, con la conciencia tranquila, semejante grado de profanación y sacrilegio contra el género lírico nacional, ¡es que no se puede explicar tanto salvajismo sino estando en posesión de la más osada, profunda y supina ignorancia, además de la más insondable incultura!, y aún con esto, no es disculpable de ninguna manera, de hecho, resulta incluso tan o aún más inadmisible e intolerable.

En definitiva, yo del Proyecto Zarza he quedado más que escarmentado (¡qué alegría nunca haber visto como habrán destrozado infamemente “La revoltosa”!), y jamás, pero jamás de los jamases volveré a acudir a una obra de este proyecto a menos que cambie muy radicalmente de manos y de rumbo (y según he averiguado, muchos de los que están en “La revoltosa”, repiten en esta, es decir, ¡doble infamia!, ¡doblete de obras pésimas!).

Lo peor de todo, es que seguro que están convencidos de que estas tonterías acercan más a un público joven, ¡pero es exactamente todo lo contrario!, una auténtica obra maestra no necesita que la modifiquen, adornen o adapten, ¡su calidad habla por sí misma!, ¿si ha sobrevivido al implacable juicio de la historia, porque no puede sobrevivir a esta gentuza sin talento?, ¿por qué debe ser mancillada, denigrada, y afrentada tan vilmente, rebajada a la más sucia de las prostituciones?… no señores, la gente joven no acepta modernidades, quiere cosas que le gusten y entienda, y si les van, ¡ya volverán a la zarzuela! (como también la ópera no es para todos los públicos, y los montajes, cuánto más ultramodernos, más suelen distanciar al público, especialmente el joven), ¡pero para eso se necesitan buenos montajes, montajes de calidad!. La verdad, es que estos pretendidos vanguardismos son más para aquellos que estén cansados de una misma obra y quieran ver otra visión… ¿pero cómo coño le vas a presentar una nueva visión a quién no tiene siquiera una primera vista?, ¡menuda gilipollez!, ¡es que cae de cajón!, ¡no es tan difícil de entender, joder!.

Así pues, es una desvergüenza intolerable esta producción de “El dúo de la Africana”, es repugnante, infame, insultante, desagradable, una profanación abominable del género de la zarzuela… sin mencionar que es mortalmente aburrida, yo, empecé a reparar en detalles del teatro en los que antes ni me había fijado, como que en los dos palcos cerca del escenario hay representaciones de una máscara de comedia a un lado y otra de la tragedia al otro… hay que ver los recursos que buscas para pasar el tiempo cuando lo que está en el escenario carece de todo interés y atractivo.

¿Qué con todo os gustaría conocer esta zarzuela?, bueno, dado que con esta producción desde luego no lo vais a lograr, haceros con alguna grabación en audio o vídeo (que las hay, y fáciles de conseguir), que os saldrá mucho más rentable a todos los efectos. Y además, os ahorraréis sufrimientos innecesarios.

En definitiva considero este montaje de “El dúo de la Africana” (y si me apuras, cualquiera del Proyecto Zarza) absolutamente desrecomendable para todo el mundo, de toda clase y condición, pues es pura escoria que debería desaparecer cuánto antes, aunque sólo fuera por un mero sentido de la decencia, vergüenza y un mínimo de respeto al género lírico nacional.

Concluyendo, esta producción bien puede ser calificada como una deleznable, vil y mezquina violación e impía prostitución de la zarzuela original de Manuel Fernández Caballero y Miguel Echegaray, que es profanada de la manera más cruel y despiadada posible; eso como adaptación, y, aunque no se juzgase como tal, por sus propios méritos (los que no tiene, vamos a entendernos todos), no deja de resultar aburrida, además de profunda y absolutamente mediocre.


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