Revista Cultura y Ocio

Abderramán iii y la melancolía

Publicado el 15 noviembre 2009 por Anabel
ABDERRAMÁN III Y LA MELANCOLÍAHace tiempo, leyendo la revista Muy Interesante, encontré algo que llamó mi atención. Al parecer, el primer califa omeya de Córdoba, Abderramán III, sufrió los últimos meses de su vida “melancolía involutiva” , era incapaz de hablar sin llorar. Me resultó más enfermizo aún, el hecho de que se hablara de que, durante toda su vida, llevase a alguien consigo que anotase los días de felicidad que había vivido. Estas anotaciones le permitieron llegar a la siguiente conclusión: “He reinado más de cincuenta años, en victoria o paz (...). En esta situación, he anotado diligentemente los días de pura y auténtica felicidad que he disfrutado: suman catorce.....No cifréis por tanto vuestras esperanzas en las cosas de este mundo." Entonces me pregunté, ¿por qué catorce días?¿cómo es posible que alguien tan poderoso hubiera disfrutado de tan poco tiempo de felicidad, teniendo una vida tan dilatada?
Abderramán era nieto del emir de Córdoba. Hijo de musulmán y cautiva cristiana, su padre murió veinte días después del nacimiento de Abderramán, por una paliza que le propinó uno de sus hermanastros. Desde entonces pasó a vivir en el harén de su abuelo, en compañía de su madre,el resto de concubinas, hermanastros de su padre, sirvientes, esclavas, amas de cría, eunucos... Al frente del harén se encontraba una de sus tías, concretamente la hermana del que mató a golpes a su padre. Así que es de suponer que la vida de Abderramán en el harén no sería el culmen de la felicidad. Cuando falleció su abuelo, fue Abderramán quien ocupó su lugar en lugar de sus tíos (hijos de su abuelo). Algunas crónicas aseguran que existió una asamblea para proceder a su nombramiento , pero la mayoría opta por creer las tan recurrentes intrigas palaciegas. Sometió a los rebeldes de sus fronteras internas y mantuvo a raya a los reinos cristianos del norte y la expansión fatimí de la frontera sur.
ABDERRAMÁN III Y LA MELANCOLÍAAbderramán, convirtió a Córdoba en la principal ciudad de Europa Occidental, alcanzando el millón de habitantes. Impulsor de la cultura, construyó bibliotecas, fundó una universidad, escuela de Medicina,otra de traductores. Amplió la Mezquita y construyó Medina Azahara, donde residió hasta su fallecimiento. Se ha mantenido durante mucho tiempo, que la la construcción de Medina Azahara fue inspirada por una de sus concubinas, sin embargo, actualmente los historiadores se decantan porque esto no es más que una leyenda.
Su sucesor fue su primogénito Al-Akem, que accedió al califato a los 45 años,habiéndose visto privado de mantener trato con mujer alguna (según dicen), durante la vida de su padre, para evitar que formase su propio harén y conspirase contra Abderramán. El nombramiento de Al-Akem , como heredero, provocó también rencillas. Llegando a conspirar abiertamente contra su padre y su hermano, otro de los hijos de Abderramán, llamado Abd-Allah. Este infante es calificado como un hombre de saber, cabal, consciente, y fue condenado a muerte además de por la evidente conspiración porque desaprobaba la mala conducta de su padre, su actuación despótica. Y es que Abderramán III, es calificado por unos como un consumado gobernante, sagaz, inteligente,generoso... y por otros como un déspota, cruel, maltratador , sanguinario, aficionado al alcohol, que no había sentido nada cuando mandó ajusticiar a su propio hijo. Ya dice el refrán que, cuando uno pone el culo al sereno, unos dicen que es blanco y otros que es negro. Abderramán III, ha llegado hasta nosotros con sus luces y sombras, y por supuesto, con su tristeza. Continúo preguntándome, qué llevo a este hombre a llevar una especie de calendario para contabilizar sus días buenos y malos, cómo midió su felicidad, qué entendía por tal.

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